El futuro estaba ahí frente a los Mets, a la vista de todos: uno en el plato, otro en el círculo de espera, otro cerca de la salida de la cueva esperando su turno para batear. Los de Queens estaban perdiendo por tres carreras en la novena contra el mejor equipo del béisbol, pero al menos tenían algo de esperanza. Al menos tenían a los muchachos.
Primero fue Brett Baty, durante mucho tiempo uno de los mejores prospectos de la organización y una chispa para el club a lo largo de la temporada. Se ponchó. Luego tocó el turno de Mark Vientos, la historia del día, un prospecto que se despertó el miércoles en Syracuse, N.Y., y llegó a Queens a tiempo para batear un jonrón de dos carreras en el séptimo. Falló con un elevado.
Eso llevó al home al venezolano Francisco Álvarez, el mejor prospecto de la organización al inicio de la campaña, y quien había tenido problemas en el plato desde que fue subido al club grande. Pero no esta vez. Álvarez bateó un cuadrangular de tres carreras que empató el partido ante Jason Adam, lo que le permitió a los Mets conseguir una victoria por 8-7 ante los Rays en la 10ma entrada gracias al bambinazo de tres rayitas de Pete Alonso.
“Tres jonrones para terminar es algo de una película”, dijo el lanzador abridor Kodai Senga.
Si un guionista tuviera que escribir este tipo de final, podría haber descartado el primero de esos jonrones por considerarlo demasiado cliché. En su primera noche de regreso en las Mayores, después de básicamente obligar a la organización a subirlo con su producción, Vientos conectó en el séptimo un cuadrangular por el central que empató el partido. Pero la emoción de ese batazo duró poco, ya que los Rays -conocidos por su implacable poder – tomaron nuevamente ventaja de tres carreras que llevaron hasta el noveno.
En ese momento, lo que quedaba de una multitud de 29.695 aficionados en el Citi Field empezó a abuchear a los Mets una vez más, al menos hasta que Adán le dio boletos a los dos primeros bateadores de la entrada. Ahora tocaba el momento de los jóvenes: Baty, Vientos y Álvarez, en ese orden.
En Syracuse, ellos tres solían batear en fila, lo que les llevaba a declarar con frecuencia que si uno no podía hacer el trabajo, lo haría el siguiente en la fila. Así que cuando Baty y Vientos fallaron para poner a los Mets a un out de otra derrota, Álvarez se armó de valor en el plato. Pensó en su primera semana de regreso a las Mayores hace un mes, cuando el cerrador de los Padres, Josh Hader, le tiró recta tras recta en la parte alta de la zona de strike hasta poncharlo. Álvarez se prometió que esta vez el resultado sería diferente.
Afortunadamente para él, Adán le dio la oportunidad que Hader nunca le otorgó, lanzando una bola rápida sobre el corazón del home. Tras mandar la pelota a 426 pies hasta el segundo piso de las gradas del left field, Álvarez dio unos pasos hacia la primera base, gritó, y luego tiró el bate al aire.
Fuente: Las Mayores